Las ventajas de este tipo de calderas son, sin duda alguna, mucho mayores que los pequeños inconvenientes puedan tener. Una de sus mayores ventajas es su alto rendimiento debido a que al tratarse de una cámara cerrada, sus pérdidas son mucho menores pudiendo alcanzar un rendimiento de alrededor de un 110% frente a un 94% en las calderas tradicionales.

Otra de sus grandes ventajas es que son más responsables con el medio ambiente, debido a que son menos contaminantes por su alta eficiencia. Con menos combustible pueden obtener la misma o incluso más energía. Llegando inclusive a suponer un ahorro importante debido a su rango de modulación o vida útil debido a la potencia mínima requerida para su funcionamiento. Eso sí, como uno de sus inconvenientes se encuentra la posición necesaria de la chimenea la cual ha de situarse siempre en posición ascendente para evitar pérdidas por goteo al condensar y la necesidad de un desagüe cerca para su instalación.

Ya en 2013 el Real Decreto de Instalaciones Térmicas en Edificios (RITE) determinó que el tipo de calderas a instalar en las viviendas de obra nueva debieran ser calderas de condensación. Pero ha sido la nueva directiva 2009/125/CE del parlamento Europeo y del consejo la que ha establecido que a partir del próximo 26/09/15 en España y toda Europa cambie la normativa para instalación de calderas y sólo serán válidas la instalación de calderas a gas de condensación.

De este modo las calderas de gas comúnmente empleadas hasta ahora (calderas de gas atmosféricas, calderas de gas estancas o calderas de gas con bajo NOx) estarán sustituidas por las calderas de gas de condensación en aquellas viviendas de construcción u obra nueva.

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